lunes, 21 de enero de 2008

Mano a mano

Dejó el diario para la sobremesa, como todos los domingos. Mientras Diana tejia, El Toto Rodriguez iba gastando la tarde pagina tras pagina. Sintió un golpe frío que le castigaba todo el cuerpo. Falleció anoche Anibal Troilo, decía el titular. Le alcanzó con el título. Dejó el diario y salió al patio. No quería que Diana lo viera llorar y Diana no lo vio.
No fue al velatorio y tampoco fue a Chacarita, la tristeza se lo impedia. El lunes temprano avisó que durante la semana no iría a ensayar, y no fue, y tampoco agarró el fueye en su casa. Una semana en silencio, que llama y revive la música del pasado.
La tarde del viernes siguiente languidecía, Diana había salido a comprar algo. Estaba solo y pensó en dormir un poco antes de la cena, Diana no puede tardar mucho, pensó. Abrió la puerta de la habitación y encontró la luz encendida. En una silla junto a la ventana, de traje azul, Pichuco lo miraba con aire tranquilo.
- Anibal, no lo esperaba
- Nadie espera a los muertos
- Hace mucho tiempo que no lo veía. Siempre quise volver a tocar con usted
- Toto, no te quejes, tan mal no te fue. De Caro, D'agostino, Salgán. Tocaste con todos
- Pero siempre quise volver a su orquesta.
- Ya es tarde para eso, ya no puedo tocar. Traé el fueye y tocate algo
- Todavia tengo el mismo doble a ¿quiere tocar?
- Ya no se tocar, los muertos no tocan
- ¿usted es un fantasma?
- No, los fantasmas vienen del otro lado, yo vengo de acá nomás, de la Chacarita, solo estoy muerto. Es lo mismo, no cambia nada. Lo incomodo es esta congoja de no volver a estar vivo nunca mas. Dale, traé el bandoneón y tocá algo.
El Toto Rodríguez trajo el doble a y estuvo un rato tocando viejos tangos, Farolito de papel, La gayola, Malayunta y otros que todos ya habían olvidado. Troilo escuchaba y disfrutaba con los ojos cerrados, tal soñara, quien sabe ¿los muertos sueñan? Despues de un rato dijo
- Mirá Toto, me tengo que ir
- ¿lo voy a volver a ver?
- No lo se. No es mucho lo que saben los muertos.

Toto Rodríguez nunca olvidó aquella última charla con Pichuco, aquel viernes, 23 de mayo de 1975

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