jueves, 3 de enero de 2008

Esos objetos, testigos del tiempo


Siempre me fascinaron esos objetos viejos, que no se sabe muy bien de donde vienen, pero que seguramente han sido testigos de la historia, de historias, quizá intrascendentes, quizá no. Pero en el silencio de las cosas, solo podemos tejer conjeturas.
En un pequeño mercado de pulgas perdido por ahí, que estaba como debe estar todo mercado de pulgas que se precie de tal, desordenado, sucio y polvoriento, con olor a monedas viejas y a tiempos idos, encontré una campana de bronce, que supuse que fue parte de un tranvía, aunque el puestero creía que era de un barco, tal vez ni uno ni otro, quizá haya sido parte de un tren. Como sea, su origen, el camino que siguió para llegar hasta ahí es un misterio hermético.
Pude haberla traído conmigo, pero primero debía responder ¿para que quiero yo una campana? y preferí dejar que la campana siga su camino, tal vez vuelva a tañir en alguna parte, tal vez, cuando escuche una campana a lo lejos suponga que es ella, que la dejé ir, que siga siendo testigo de la historia que nunca podría contarme y que jamás podrá pertenecerme.


¿Que otro tema podía ir? My Favorite Things, por Coltrane.
Si, mi discoteca es el paisaje mas bonito del barrio.

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